Lentamente se dio media vuelta ocupando su mitad de cama, mientras consigo arrastraba todo el tropel de ropa que la cubria en espesura, hasta la mitad de su rostro. Respiró profundamente y cerró sus ojos de nuevo. Y trató de sonreir, porque trató de recordar el momento en el que se sintió protegida por aquel abrazo, el que la sostenia con firmeza y seguridad. Aquel abrazo que le dio la vida y la hizo libre, a la vez que esclava.
Mientras aquel viento siguió soplando, siguió hecha un ovillo en su hueco, con sus mantas y sus ojos bien cerrados. Y fue capaz de sentir el silencio de la soledad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario